viernes, 15 de agosto de 2008

Santiago de Chile: 4 de agosto.



A los pies de los Andes:
Pues aquí estoy, al otro lado del charco, pero bien al otro lado, de cara al Pacífico Sur después de 13 horas de vuelo, 11.000 kms de distancia y unas buenas turbulencias, sobre todo en medio del océano frente a las costas de Brasil, que me hicieron un nido en la garganta, no un nudo, un nido porque ahí tenía los hue…
Pero valieron la pena las horas de vigilia nocturna, la cordillera andina apareció luminosa, limpia y con un manto blanco precioso y yo en mi privilegiado balcón a 11.500 metros no pude evitar la tentación de sacar unas fotos, todo un espectáculo de la naturaleza.
Al aterrizar el día era oscuro y llovía en Santiago. Me dio pena. Pero el día sólo estaba tomando impulso y el sol estaba dándose tiempo para levantarse, sin prisas que el día es largo, además nunca viene mal una buena ducha para limpiar los malos humos de los que inundamos el cielo.
El sol salió, sí señores y Alfredo, mi buen amigo (que con jet lag y todo me sacó de paseo por la ciudad, cosa que agradezco), me llevó a uno de los cerros tutelares de Santiago, el San Cristóbal y desde allí pudimos ver una estampa preciosa, la cordillera nítida y serena, a los pies de ella, Santiago.

Aquí en Santiago me encontraré con los chicos de Habiaunaveztruz, Edel (que es una chica, aunque al principio pensé que era un chico) y Carlos, ambos son pareja. Me han hablado mucho de ellos y muy bien, así que será un placer conocerlos. Dictaré para sus alumnos un taller de narración y al día siguiente tendré una actuación en el espacio que ellos programan, en el Mesón Nerudiano.

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