En el típico barrio de San Telmo me citó Claudio. Un barrio con cierta similitud al Rastro de Madrid. Las mañanas de domingo las calles se llenan del colorido de mil cosas, atrapa sueños, sueños, esculturas, pinturas, antigüedades, cosas que pueden arrancarte una sonrisa o hasta una lágrima. Pero hoy no es domingo, ni es de mañana y llueve en Buenos Aires. Toco el telefonillo y espero que claudio baje a abrirme. El taller se dicta en su casa, un espacio acogedor, colorido y lleno de gatos, gatos de madera, de cristal, tela, cera… pero ninguno de carne y hueso. Los alumnos me esperan en la sala, después de las presentaciones y unas sonrisas empiezan los cuentos. Reímos juntos, viajan conmigo en las historias, luego charlamos sobre lo narrado y brindamos por un nuevo encuentro.
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